-XXX-
Los hombres poderosos no deben usar la violencia,
pues la violencia tiene la costumbre de retornar;
las zarzas crecen donde quiera que vaya un ejército,
y años de hambre siguen a una guerra.
Un general está bien advertido:
De que ha de hacer nada más que lo que indican sus órdenes,
no importa cuan fuerte sea su ejército;
de que ha de conseguir cumplir sus órdenes,
pero no la gloria o el sentirse orgulloso;
de hacer lo que dicta la necesidad,
pero no la sed de sangre;
pues, incluso la más poderosa fuerza decaerá con el tiempo,
y la violencia volverá en contra, y le destruirá.
-XXX-
El que quiera guiar a un soberano con el Tao
se opondrá a toda conquista realizada con el poder de las armas.
Pues las armas suelen volverse contra quien las usa.
Donde están los ejércitos sólo crecen espinas y zarzas.
La creación de un gran ejército
va seguida por años de miseria.
Por eso un buen general cumple su objetivo y se detiene.
No se atreve a confiar en el poder de las armas.
Cumple su objetivo y no se vanagloria de ello.
Cumple su objetivo y no se jacta de ello.
Cumple su objetivo y no se enorgullece de ello.
Cumple su objetivo como algo necesario pero lamentable.
Cumple su objetivo pero no ama la violencia.
Porque, tras alcanzar su plenitud, las cosas decaen.
Esta violencia sería contraria al Tao.
Y lo que es contrario al Tao pronto perece.
-XXX-
Aquel que ayuda al príncipe en el buen SENTIDO,
no violenta el mundo con las armas.
Sabe que toda acción recae sobre uno mismo.
Los ejércitos no dejan tras de sí más que zarzas y espinas.
La miseria sigue siempre a las batallas.
Por eso, el hombre valeroso persigue el desenlace, y nada más.
No intenta conquistar por la fuerza.
Desenlace, sin jactancias,
desenlace, sin celebraciones,
desenlace, sin orgullo,
desenlace, porque no queda más remedio,
desenlace, prescindiendo de violencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario