-XXIV-
Si te mantienes de puntillas no te mantienes mucho tiempo;
si das pasos demasiado largos no puedes caminar bien;
si te muestras a ti mismo no puedes ser bien visto;
si te auto justificas no puedes ser respetado;
si te halagas a ti mismo no puedes ser creído;
si te enorgulleces demasiado no puedes alcanzar la excelencia.
Todos estos comportamientos son excrecencias y tumores,
cosas desagradables evitadas por el virtuoso.
-XXIV-
El que se pone de puntillas no se sostiene con firmeza.
El que camina a grandes zancadas no llega lejos.
El que se exhibe no es luminoso.
El que se justifica a sí mismo no alcanza fama.
Al que se vanagloria nadie le cree.
El que se enorgullece de sí mismo no llega a ser jefe.
Para el Tao, estas cosas se llaman «las heces y las excrecencias de la Virtud»,
y son repugnantes.
Por eso el hombre del Tao las rechaza.
-XXIV-
Quien se pone de puntillas no se mantienen en pie.
Quien anda con las piernas arqueadas no puede avanzar.
Quien quiere ser brillante. No alcanza la iluminación.
Quien pretende ser alguien no lo será naturalmente.
Quien se vanagloria no realiza ninguna obra.
Quien se da importancia no se eleva.
Para el SENTIDO es como la basura, o como una úlcera purulenta,
y todas las criaturas lo odian.
Por eso, quien tiene el SENTIDO no se conduce así.
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