-XIX-
Si pudiésemos abandonar la sabiduría y la sagacidad
la gente podría disfrutar el ser todos iguales;
si pudiésemos abandonar el deber y la justicia
todo podría basarse en las relaciones de amor o amistad;
si pudiésemos abandonar el artificio y el provecho
la corrupción y el robo podrían desaparecer.
Aún así, semejantes remedios solo tratarían los síntomas
por tanto son inadecuados.
La gente necesita remedios personales:
Revela tu auténtico yo,
abraza tu naturaleza original,
abandona tu propio interés,
controla tu deseo.
-XIX-
Renuncia a la sabiduría, abandona el ingenio,
y la gente saldrá ganando con creces.
Renuncia a la benevolencia, abandona la justicia ,
y la gente volverá a sus sentimientos naturales.
Renuncia a la astucia, abandona la agudeza,
y los ladrones y malhechores dejarán de existir.
Estos son los tres surcos del Tao,
y no son suficientes en sí mismos.
Por ello, han de subordinarse a un Principio superior:
¡Ve lo Simple y abraza lo Primordial!
¡Disminuye el yo y modera los deseos!
XIX
Olvidaos de la sanidad, acabad con el conocimiento
y el pueblo saldrá ganando con creces.
Rechazad la moralidad, acabad con el deber,
y el pueblo volverá al deber filial y al amor.
Libraos dela astucia, acabad con los beneficios,
y dejará de haber ladrones y malhechores.
En estos tres asuntos no bastan las bellas apariencias.
Por eso, ¡Procurad que los hombres tengan algo a que atenerse!
¡Mostrad sencillez, cuidad la sinceridad!
¡Reducid el egoísmo, moderad los deseos!
¡Renunciad a la erudición!
Así os liberaréis de toda preocupación.
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