20.1.08

Undécimo

-XI-

Treinta radios se unen en el centro;
gracias al agujero podemos usar la rueda.
El barro se modela en forma de vasija;
gracias al hueco puede usarse la copa.
Se levantan muros en toda la tierra;
gracias a la puertas se puede usar la casa.
Así pues, la riqueza proviene de lo que existe,
pero lo valioso proviene de lo que no existe.


-XI-

Treinta radios convergen en un solo centro;
Del agujero del centro depende el uso del carro.
Hacemos una vasija de un trozo de arcilla;
es el espacio vacío de su interior el que le da su utilidad.
Construimos puertas y ventanas para una habitación;
pero son estos espacios vacíos los que la hacen habitable.
Así, mientras que lo tangible tiene ventajas,
es lo intangible de donde proviene lo útil.


-XI-

Treinta radios convergen en el centro de una rueda,
pero es su vacío
lo que hace útil al carro.
Se moldea la arcilla para hacer la vasija,

pero de su vacío
depende el uso de la vasija.
Se abren puertas y ventanas
en los muros de una casa,
y es el vacío lo que permite habitarla.

En el ser centramos nuestro interés,
pero del no-ser depende la utilidad.


Siguiente


19.1.08

Duodécimo

-XII-

Demasiado color ciega el ojo,
demasiado ruido ensordece el oído,
demasiado condimento embota el paladar,
demasiado jugar dispersa la mente,
demasiado deseo entristece el corazón.
El sabio provee para satisfacer las necesidades, no los sentidos;
abandona la sensación y se concentra en la sustancia.


-XII-

Los cinco colores ciegan el ojo.
Las cinco notas ensordecen el oído.
Los cinco sabores empalagan el paladar.
La carrera y la caza enloquecen la mente.
Los objetos preciosos tientan al hombre a hacer el mal.
Por eso, el Sabio cuida del vientre, y no del ojo.
Prefiere lo que está dentro a lo que está afuera.


-XII-

Los cinco colores ciegan al hombre.
Los cinco sonidos ensordecen al hombre.

Los cinco sabores embotan al hombre.

La carrera y la caza ofuscan al hombre.
Los tesoros corrompen al hombre.

Por eso, el sabio atiende al vientre y no al ojo.
Por eso, rechaza esto y prefiere aquello.



18.1.08

Décimotercero

-XIII-

Los santos decían:
"Alabanzas y culpas causan ansiedad;
el objeto de la esperanza y el miedo está en tu interior".
"Alabanzas y culpas causan ansiedad"
Puesto que esperas o temes recibirlas o perderlas.
"El objeto de la esperanza y el miedo está en tu interior"
Pues, sin un Ego, no pueden afectarte la fortuna o el desastre.
Por tanto:
El que observa al Mundo como se observa a sí mismo
es capaz de controlar el Mundo;
pero el que ama al Mundo como se ama a sí mismo
es capaz de dirigir el Mundo.


-XIII-

"Acoge la desgracia como agradable sorpresa,
y estima la calamidad como a tu propio cuerpo."
¿Por qué debemos "acoger la desgracia como agradable sorpresa"?
Porque un estado humilde es un favor:
caer en él es una agradable sorpresa,
¡y también la es el remontarlo!
Por ello, debemos "acoger la desgracia como agradable sorpresa".
¿Por qué debemos "estimar la calamidad como a nuestro propio cuerpo"?
Porque nuestro cuerpo es la fuente misma de nuestras calamidades.
Si no tuviéramos cuerpo, ¿qué desgracias nos podrían suceder?
Así pues, sólo quien está dispuesto a entregar su cuerpo para
salvar al mundo merece que se le confíe el mundo.
Sólo aquel que pueda hacerlo con amor es merecedor
de ser administrador del mundo.


-XIII-

El favor y la desgracia inquietan por igual.
La fortuna es un gran dolor como nuestro cuerpo.
¿Qué quiere decir: favor y desgracia inquietan por igual ?

El favor eleva y la desgracia abate.
Conseguir el favor es la inquietud.
Perderlo es la inquietud.

Este es el sentido de «favor y desgracia inquietan por igual»
¿Qué quiere decir: la fortuna es un gran dolor como nuestro cuerpo?
La causa por la que padezco dolor es mi propio cuerpo.
Si no lo tuviese,
¿qué dolor podría sentir?
Por esto, quien estime al mundo igual a la fortuna de
su propio cuerpo, puede gobernar el mundo.
Quien ame al mundo como a su propio cuerpo,
se le puede confiar el mundo.


Siguiente



17.1.08

Décimocuarto

-XIV-

Lo que se mira pero no puede ser visto está más allá de la forma;
lo que se escucha pero no puede ser oído está más allá del sonido;
lo que se agarra pero no puede ser tocado está más allá del alcance;
son cosas tan profundas que evaden la definición,
y pasan a ser un misterio.
En su ascenso no hay luz, en su caída no hay oscuridad,
un hilo continuo más allá de la descripción,
perfilando lo que no puede existir,
su forma es no-forma,
su imagen es ninguna,
su nombre es misterio,
afrontándolo, no tiene rostro,
siguiéndolo, no tiene espalda.
Comprende el pasado, pero atiende el presente;
de este modo se conoce la continuidad del Tao,
el cual es su esencia.


-XIV-

¡Míralo, pero no puedes verlo!
Su nombre es Sin-Forma.
¡Escúchalo, pero no puedes oírlo!
Su nombre es Inaudible.
¡Agarra lo, pero no puedes atraparlo!
Su nombre es Incorpóreo.
Estos tres atributos son insondables; por ello, se funden en uno.
Su parte superior no es luminosa: su parte inferior no es oscura.
Continuamente fluye lo Innombrable,
hasta que retorna al más allá del reino de las cosas.
La llamamos la Forma sin forma, la Imagen sin imágene.
Lo llamamos lo indefinible y lo inimaginable.
¡Dale la cara y no verás su rostro!
¡Síguelo y no verás su espalda!
Pero, provisto del Tao inmemorial,
puedes manejar las realidades del presente.
Conocer los orígenes es iniciarse en el Tao.


-XIV-

Se le llama invisible porque mirándole no se le ve.
Se le llama inaudible porque escuchándole no se le oye.
Se le llama impalpable porque tocándole no se le siente.
Estos tres estados son inescrutables
y se confunden en uno solo.
En lo alto no es luminoso, en lo bajo no es oscuro.

Es eterno y no puede ser nombrado,
retorna al no-ser de las cosas.
Es la forma sin forma
y la imagen sin imagen.
Es lo confuso e inasible.
De frente no ves su rostro por detrás no ves su espalda.
Quien es fiel al Tao antiguo
domina la existencia actual.
Quien conoce el primitivo origen
posee la esencia del Tao.


Siguiente


16.1.08

Décimoquinto

-XV-

Los antiguos maestros poseían sutil sabiduría

y profundo conocimiento

a tal grado que nadie podía entenderlos.

Tan solo porque no podían ser entendidos

me esfuerzo en ofrecer una imagen:

Eran prudentes como el que cruza un río en invierno.

Irresolutos como aquel que está rodeado de peligros.

Reservados como los huéspedes.

Desprendidos, como el hielo que está por derretirse.

Auténticos, como trozos de madera no trabajada.

Amplios como los valles.

Mezclándose libremente con el agua turbia.

¿Quién puede recostarse en un lugar fangoso?

Este lugar se aclara quedándose quieto.

¿Quién puede mantener su calma por mucho tiempo?

Actuando, la paz vuelve a la vida.

Quien abraza el Tao no desea estar lleno.

Precisamente porque nunca está lleno.



-XV-

Los sabios antiguos poseían una sabiduría sutil y un entendimiento profundo.
Tan profundo, que era difícil entenderlos.
Y porque era difícil entenderlos debe describírseles en la siguiente forma:
Cautelosos, cual si atravesaran un río helado.
Prudentes, como si temieran peligros de todos lados.
Indiferentes como un extraño.
Débiles, como hielo que comienza a fundirse.
Puros, como un trozo de madera a punto de ser esculpido.
Adaptables, como el agua.
Vacíos, como un valle.


-XV-

Los sabios perfectos de la antigüedad eran tan sutiles, agudos y

profundos que no podían ser conocidos.

Puesto que no podían ser conocidos, sólo se puede intentar describirlos:

Eran prudentes, como quien cruza un arroyo en invierno;

cautos, como quien teme a sus vecinos por todos lados;reservados,

como un huésped; inconstantes, como el hielo que se funde;

compactos, como un tronco de madera; amplios, como un valle;

confusos, como el agua turbia.

¿Quién puede, en la quietud, pasar lentamente de lo turbio a la claridad?

¿Quién puede, en el movimiento, pasar lentamente de la calma a la acción?

Quien sigue este Tao no anhela la abundancia.

Por no estar colmado puede ser humilde,

eludir lo vulgar y alcanzar la plenitud.


Siguiente


15.1.08

Décimosexto.

-XVI-

Vacía tu Ego completamente;
abraza la paz perfecta.
El Mundo se mueve y gira;
obsérvalo regresar a la quietud.
Todas las cosas que florecen regresarán a su origen.
Este regreso es pacífico;
es el camino de la Naturaleza,
eternamente decayendo y renovándose.
Comprender esto trae la iluminación,
ignorar esto lleva a la miseria.
Aquel que comprende el camino
de la Naturaleza llega a apreciarlo todo;
apreciándolo todo, se convierte en imparcial;
siendo imparcial, se convierte en magnánimo;
siendo magnánimo, se convierte en parte de la Naturaleza;
siendo parte de la Naturaleza, se hace uno con el Tao;
siendo uno con el Tao, se alcanza la inmortalidad:
Piensa que el cuerpo perecerá, el Tao no.


-XVI-

Alcanza el supremo Vacío.
Abraza la paz interior con corazón decidido.
Cuando todas las cosas se agitan a la vez,
sólo contemplo el Retorno.
Para florecer como lo hacen, cada una de ellas retornará a su raíz.
Retornar a su raíz es encontrar paz.
Encontrar paz es realizar el propio destino.
Realizar el propio destino es ser eterno.
A conocer lo Eterno se le llama Visión.
Si no se conoce lo Eterno, se sume uno ciegamente en la desgracia.
Si se conoce lo Eterno, todo se puede comprender y abarcar.
Si se puede comprender y abarcar todo, se es capaz de hacer justicia.
Ser justo es ser como un rey; ser como un rey es ser como el cielo.
Ser como el cielo es ser uno con el Tao;
ser uno con el Tao es permanecer para siempre.
Alguien así estará a salvo y entero,
incluso tras la desintegración de su cuerpo.


-XVI-

Alcanza la total vacuidad para conservar la paz.
De la aparición bulliciosa de todas las cosas,
contempla su retorno.
Todos los seres crecen agitadamente,
pero luego, cada una vuelve a su raíz.
Volver a su raíz es hallar el reposo.
Reposar es volver a su destino.
Volver a su destino es conocer la eternidad.
Conocer la eternidad es ser iluminado.
Quien no conoce la eternidad
camina ciegamente a su desgracia.
Quien conoce la eternidad da cabida a todos.
Quien da cabida a todos es grandioso.
Quien es grandioso es celestial.
Quien es celestial es como Tao
Quien es como el Tao es perdurable.
Aunque su vida se extinga, no perece.


Siguiente



14.1.08

Décimoséptimo.

-XVII-

Los mejores gobernantes son apenas conocidos por sus vasallos;
los siguientes son amados y alabados;
los siguientes son temidos;
los siguientes despreciados:
No tienen fe en sus vasallos,
por tanto, sus vasallos tampoco tienen fe en ellos.
Cuando el mejor gobernante alcanza su objetivo
sus vasallos lo celebran como si fuese el objetivo de ellos mismos.


-XVII-

El mejor gobernante es aquel de cuya existencia la gente apenas se entera.
Después viene aquel al que se le ama y alaba.
A continuación, aquel al que se teme.
Por último, aquel al que se desprecia y desafía.
Si eres desconfiado, otros desconfiarán de ti.
El Sabio pasa desapercibido y ahorra las palabras.
Cuando su tarea ha sido cumplida y las cosas han sido acabadas,
todo el mundo dice: "¡Somos nosotros los que las hemos hecho!"


-XVII-

El gran gobernante pasa inadvertido por el pueblo.
A éste sucede el que es amado y elogiado por el pueblo.
Después, el que es temido.
Y finalmente, el despreciado.
Si no hay una confianza total,
se obtiene la desconfianza.
El gran gobernante practica el no-hacer
y así, a la obra acabada sigue el éxito.
Entonces, el pueblo cree vivir según su propia ley.


Siguiente


13.1.08

Décimoctavo.

-XVIII-

Cuando el Tao se olvida
Deber y Justicia degeneran;
entonces, la sabiduría y la sagacidad
se pierden bajo la hipocresía.
Cuando se deshacen las relaciones familiares
el respeto y la devoción degeneran;
cuando una nación cae en el caos
han de nacer la Lealtad y el Patriotismo.


-XVIII-

Cuando se abandonó el Gran Tao,
apareció la Benevolencia y la Justicia.
Cuando surgió la inteligencia y la astucia,
aparecieron los grandes hipócritas.
Cuando los seis parentescos perdieron su armonía,
aparecieron la piedad filial y el amor paterno.
Cuando la oscuridad y el desorden empezaron a reinar en un país,
aparecieron los funcionarios leales.


XVIII

Cuando se pierde el gran SENTIDO,

aparecen la Moralidad y el Deber.

Cuando la inteligencia y el conocimiento prosperan,

surgen las grandes mentiras.

Cuando nace el desacuerdo entre parientes,

aparecen el deber filiar y el amor.

Cuando la confusión se expande por el estado,

surgen los leales funcionarios.



Siguiente


12.1.08

Décimonoveno.

-XIX-

Si pudiésemos abandonar la sabiduría y la sagacidad
la gente podría disfrutar el ser todos iguales;
si pudiésemos abandonar el deber y la justicia
todo podría basarse en las relaciones de amor o amistad;
si pudiésemos abandonar el artificio y el provecho
la corrupción y el robo podrían desaparecer.
Aún así, semejantes remedios solo tratarían los síntomas
por tanto son inadecuados.
La gente necesita remedios personales:
Revela tu auténtico yo,
abraza tu naturaleza original,
abandona tu propio interés,
controla tu deseo.


-XIX-

Renuncia a la sabiduría, abandona el ingenio,
y la gente saldrá ganando con creces.
Renuncia a la benevolencia, abandona la justicia ,
y la gente volverá a sus sentimientos naturales.
Renuncia a la astucia, abandona la agudeza,
y los ladrones y malhechores dejarán de existir.
Estos son los tres surcos del Tao,
y no son suficientes en sí mismos.
Por ello, han de subordinarse a un Principio superior:
¡Ve lo Simple y abraza lo Primordial!
¡Disminuye el yo y modera los deseos!


XIX

Olvidaos de la sanidad, acabad con el conocimiento
y el pueblo saldrá ganando con creces.
Rechazad la moralidad, acabad con el deber,
y el pueblo volverá al deber filial y al amor.
Libraos dela astucia, acabad con los beneficios,
y dejará de haber ladrones y malhechores.
En estos tres asuntos no bastan las bellas apariencias.
Por eso, ¡Procurad que los hombres tengan algo a que atenerse!
¡Mostrad sencillez, cuidad la sinceridad!
¡Reducid el egoísmo, moderad los deseos!
¡Renunciad a la erudición!
Así os liberaréis de toda preocupación.


Siguiente


11.1.08

Vigésimo.

-XX-

No conozco nada y nada me preocupa.
No veo diferencia entre sí y no.
No veo diferencia entre bien y mal.
No temo aquello que la gente teme en la noche.
La gente está feliz como en una fiesta suntuosa
o jugando en el campo en primavera;
pero yo permanezco tranquilo y vagabundeando,
como un recién nacido antes de aprender a sonreír,
solitario, sin hogar.
La gente tiene lo suficiente y para compartir,
pero yo no poseo nada,
y mi corazón es ignorante,
turbio y ensombrecido.
La gente está radiante y segura,
mientras yo sigo ciego y confuso;
la gente es inteligente y sabia,
mientras permanezco torpe e ignorante,
sin objetivo, como una ola en la superficie del mar,
sujeto a nada.
La gente está ocupada con un propósito,
mientras sigo impractico y tosco.
Estoy aparte del resto de la gente
todavía sostenido por la Naturaleza.


-XX-

Cuando se abandona lo aprendido, desaparecen las contrariedades.
¿Qué diferencia hay entre "¡eh!" y "¡oh!"
¿Qué distinción puede hacerse entre "bueno" y "malo"?
¿He de temer lo que los demás temen?
¡Vaya tremendo sin sentido!
Todo el mundo está alegre y sonriente,
como si festejaran el sacrificio de un buey,
como si subieran al Pabellón de Primavera;
tan sólo yo permanezco tranquilo e impasible,
como un recién nacido que todavía no ha sonreído.
Sólo yo estoy desamparado,
como quien no tiene hogar al que volver.
Todo el mundo vive en la abundancia:
Sólo yo parezco no poseer nada.
¡Qué loco soy!
¡Qué mente más confusa tengo!
Todos son brillantes, ¡tan brillantes!
Sólo yo estoy oscuro, ¡tan oscuro!
Todos son agudos, ¡tan agudos!
Sólo yo estoy callado, ¡tan callado!
Suave como el océano,
sin propósitos como las ráfagas del vendaval.
Todo el mundo está encauzado en lo suyo,
sólo yo permanezco obstinado y marginal.
Pero en lo que soy más diferente a los demás
¡es en saber sustentarme de mi Madre!


-XX-

Suprime el estudio y no habrá preocupaciones.
¿Qué diferencia hay entre el sí y el no?
¿Qué diferencia hay entre el bien y el mal?
No es posible dejar de temer
lo que los hombres temen.
No es posible abarcar todo el saber.
Todo el mundo se enardece y disfruta,
como cuando se presencia un gran sacrificio,
o como cuando se sube a una torre en primavera.
Sólo yo quedo impasible,
como el recién nacido que aún no sabe sonreír.
Como quien no sabe adónde dirigirse,
como quien no tiene hogar.
Todo el mundo vive en la abundancia,
sólo yo parezco desprovisto.
Mi espíritu está turbado
como el de un ignorante.
Todo el mundo está esclarecido,
sólo yo estoy en tinieblas.
Todo el mundo resulta penetrante,
sólo yo soy torpe.
Como quien deriva en alta mar.
Todo el mundo tiene algo que hacer,
sólo yo soy un inútil.
Sólo yo soy diferente a todos los demás
porque aprecio a la Madre que me nutre.


Siguiente