29.1.06

Trigésimosegundo.

-XXXII-

El Tao no tiene una auténtica definición.
Como la madera antes de ser cortada, no puede ser usado;
si un gobernante comprende esto
todo su país será floreciente
y la gente obedecerá en armonía con él mismo,
tal y como cae una lluvia suave.
Sin necesidad de dar órdenes para que se comporten con equidad.
Cuando al Tao se le da forma para su uso,
la forma recibe un nombre en el Mundo;
no deberían de tenerse demasiados nombres
para contener a las formas;
en lugar de esto, dejad al Tao fluir hacia si mismo en el Mundo
como el agua fluye en el lecho del río hacia el mar.


-XXXII-


El Tao es eterno y carece de nombre.
Aunque en su Simplicidad primordial es pequeño,
nadie puede utilizarlo.
Si los reyes y barones se atuvieran a él,
todo el mundo se les sometería espontáneamente.
El Cielo y la Tierra se unirían
y dejarían caer dulce rocío.
El pueblo, sin necesidad de órdenes,
viviría en armonía.
Cuando la Simplicidad primordial se diversificó,
aparecieron los nombres.
Dado que hubo nombres,
era conveniente saber dónde detenerse para reposar.
El que sabe dónde detenerse para reposar
sabe evitar el peligro.
El Tao es en el mundo
como el gran río o el mar al que fluyen los arroyos
.


-XXXII-

El eterno SENTIDO es la simplicidad sin nombre.
Aunque es pequeño, el mundo no osa avasallarlo.
Si príncipes y reyes supieran atenerse a él,
todo sería tan adaptable como un invitado.
Se unirían Cielo y Tierra y dejarían caer un grato rocío.
El pueblo, sin que se le ordenase nada, recobraría la armonía.
El afán de estructurar engendra los nombres.
Todo nombre desemboca en el Ser,
porque allí todo debe detenerse.
Sabiendo donde parar, ningún peligro se corre.
La relación entre SENTIDO y mundo es comparable
a los arroyos de la sierra, que se derraman en las corrientes,
y a los ríos del Valle que se arrojan al mar.

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